Se dice que, a partir de los 20-25 años de antigüedad, es cuando podemos considerar que una consola de las generaciones pasadas y todo su catálogo de juegos, es “retro”, pues ha quedado desfasada por avances técnicos y tecnológicos. Esta simple etiqueta la convierte en un objeto de deseo y mito.
Cuantos más años pasan, más difíciles son de encontrar en buenas condiciones dentro del especulatorio mercado de la segunda mano y, por lo tanto, a mayor precio. Además, dado que su hardware ya está obsoleto, repararlas resulta complicado y caro, por lo que cada vez escasean más.